viernes, 9 de enero de 2009

Nigths in white satin (3ª y última parte)

Cinco años atrás. En un lugar entre montañas. Día especialmente brumoso en una zona conocida por sus intensas nieblas. Un joven disfruta de unas cortas vacaciones con su familia. Se supone que en algún lugar del camino, que tantean, mas que recorren hay un castillo. La atracción turística del lugar. Poco a poco el blanco se vuelve gris. Una sombra se va definiendo en la niebla. El negro deja paso al gris verdoso de la piedra musgosa. Un paso mas y tropiezan con la muralla del castillo. Una voz en la niebla los anima a seguir, a unos excasos cinco pasos está la entrada.
El castillo es del siglo XII o así. Alberto apenas presta atención a las explicaciones. ¿Para qué, si las va aolvidar apenas oirlas? Su atención se centra en las paredes y techos. Cargadas las primeras de tapices con escenas medievales de variada temática. Campesinos en plena tarea. Batallas. Y personajes que supone importantes en la historia del lugar. El techo, madera. Vigas entrecruzadas a diversos niveles. En los niveles externos los bordes de las mismas son lisos, barnizados, con tonos de marrón, negro y rojo. Pero en los niveles interiores intuye elaborados motivos ornamentales. Da la sensación de que las vigas externas se ha añadido para ocultar. No para reforzar como dice el cabezabolo del guía. Interesante, historia oculta. La única verdadera por completo. A ver si logro separme del grupo e investigo por mi cuenta. Total seguro que no dice mas que memeces y no enesña nada realmente interesante. Al fondo parece que hay una puerta que puede melleve a lugares interesantes. A ver si hay suerte y está abierta.
Poco a poco, como el que no quiere la cosa, se va separando del grupo. Sus padres siguen embobados las explicaciones del guía, alabando lo que se espera que alaben. Borregos. Aprovecha un descuido y se mete en el corto y estrecho pasillo que lleva hasta la puerta que ha visto antes. No tiene hechada llave ni pestillo. La empuja un poco se entreabre sin ruido. Suavemente la abre lo suficiente para pasar y la cierra detrás de él. No hay nadie al otro lado. Un pasillo, estrecho y abovedado conduce a unas escaleras, ascendentes. Los escalones son bajos, desgastados por el uso y de una puiedra que intuye puede ser mármol. Tras una corta ascensión llega a un rellano con una vetana en el centro. Está cerrada y tiene los cristales emplomados. Apenas pasa claridad por ellos, normal con la niebla que hay fuera. Una ascensión un poco mas larga le lleva al final de la escalera. Una especie de rellano da paso a un pasillo que lleva hacia ambos lados y, justo enfrente, a una puerta que resite sus intentos de abrirla. Hacia la izquierda el pasillo es mas corto que hacia la derecha. En ese lado sólo hay dos puertas, cerradas. A la derecha pues. Aunque me da que no voy a ver nada mas interesante que puertas cerradas y pasillos vacíos. Cuanto le hubiera gustado tener razón. La tercera puerta que probó estaba abierta. Daba paso a una habitación llena de trastos, polvorienta. Unas sábanas que en tiempo devieron ser blancas tapaban mobiliario variado. Adivinó, mas que vió, sillas, mesas de diverso tamaño y al menos un armario. Al fondo, un arcón con la tapa levantada. Con cuidado de no tropezar se acercó a el, sorteando en su camino un viejo balancín nedio roto. Decepción. El arcón está aparentemente vacío. Pero no, al fondo, en la esquina izquierda hay algo. Seguro que es un trozo de la tela que parece que lo forraba por dentro. Con cuidado de no caerse dentro, se agacha y tantea con los dedos hasta das con ello. Es un trozo de papel antiguo, pergamino o algo así. Lo coge. Tiene un texto manuscrito. En el mejor de los casos será ilegible y en el peor no lograré traducir el texto aunque sea capaz de leer las palabras. Por lo menos estárá en eslavo. A las luz de las lamparas del pasillo, que aunque poco iluminan mas que la única que había en el techo de la habitación, logra leer unas palabras del texto. Como se temía no reconoce la lengua. Aunque el texto se conserva sorprendentemente claro para la antiguedad, al menos aparente, del mismo.
De pronto notó un bulto en una de las esquinas del manuscrito, como si algo estuviera metido entre dos láminas de papel. Al ir a tocarlo para ver si no era mas que una arruga notó algo duro y ausado debajo de la llema de los dedos. Abrió el papel por uno de los extremos del uso y al hacerlo notó un pinchazo en el dedo anular. Después todo fué oscuridad.
Unas horas mas tarde despertó en una habitación blanca. En una cama cómoda aunque un poco pequeña. A su derecha una mesilla de color blanco, con vaso de plástico y un bote de lo que parecían pastillas encima de la misma. Una ventana, apenas velada por unas finas cortinas entreabiertas dejaba pasar la luz del sol; por el ángulo de los rayos de sol dedujo que debía ser mediodia. Miró por la ventana y vió que estaban en algún lugar al pié de las montañas, pues estas dominaban el horizonte. Al lado de la puerta vió lo que parecía una percha con ruedas. Al cabo de unos segundos de observación y reflexión supuso que serviría para colgar un gotero. Si su suposición era cierta estaba en la habitación de un hospital o clínica. Cómo había llegado hasta allí le importaba menos que por qué estaba allí. Se sentía perfectamente. Es mas se sentía mejor que cuando se levantó temprano esa mañana... ¿por que aún era el día de la visita al castillo verdad?. En esas estaba cuando entró una enfermera seguida de sus padres. Se dió cuenta entonces que quizás estaban enfadados con el por haber desaparecido. Pero no, al menos en eses momento sus caras eran de alivio. Tornaronse de alegría cuando la enfermera tras un breve análisis de su pulso y temperatura les hizo un gesto de que se encontraba bien.
・ Vaya susto que nos has dado -dijo su padre.
・ Ya pensabamos que te habías perdido -dijo su madre casi al mismo tiempo.
・ Lo siento -acertóa balbucera Alberto.
・ Por lo menos estas bien y parece que en pocos minutos podrás salir de aquí. Lo que no entiendo es que hacías en ese pasillo cegado que no lleva a ninguna parte.
・ Buscaba el servicio y me pareció que podía estar por ahí.
・ Pues lo podías haber dicho y se lo habríamos preguntado al guía.
・ Al menos no nos hemos perdido gran cosa, ¿verdad?. El castillo no parecía especialmente interesante.
En ese momento entró el médico, acompañado por el guía que hizo las veces de traductor. Entre los dos les dijeron que ya se podía ir, que le daban el alta. Al parecer sólo había sido un desmayo al respirar el aire viciado del pasillo en el que le encontraron. Por lo visto el mismo hacía años que no era visitado por nadie en absoluto.
La vuelta a Budapest la hicieron los cuatro en un taxi que el guía insistió en pagar. Ya se lo abonarían en la agencia de viajes, dijo. Al fin y al cabo -siguió comentando en su español con fuerte acento hungaro- forma parte del seguro del viaje.
Al dia siguiente coincidieron con algunas personas del día anterior. Mostraron éstas brevemente su alegría por encontrarse Alberto bien y siguieron con sus asuntos. Pasaron el día que les quedaba paseando por Buda, en las cercanias del hotel donde se alojaban. Los tres deseaban estar ya de vuelta en Madrid, en su casa. Auque no había sido nada, no olvidarían el incidente en toda su vida.
Una semana mas tarde era luna llena. La primera desde su vuelta del accidentado viaje. Se sintió raro toda la semana, especialmente de noche. Durmió mal todas ellas. La peor fue la de la luna llena en sí, viernes. Había salido a tomar algo. Ya que no puedo dormir al menos intentaré pasarmelo bien -pensó mientras iba en el metro camino de la cervecería a la que iba habitualmente. Al salir del metro estaba demasiado exctitado para poder sentarse tranquilamente a tomar una cerveza. Se le daba mal ligar; bueno a decir verdad núnca lo había conseguido realmente, que el supiera. Era muy tímido con las mujeres, especialmente con las que le gustaban. Le costaba incluso acercarse a ellas para preguntarles por una dirección. A veces pasaba largos minutos perdido sin saber llegar a un sitio al que iba por primera vez por no encontrar un chico, hombre o mujer mayor a la que preguntar como ir hast allí. Por eso dirigió sus pasos a un club que sabía estaba por allí cerca. Nunca había entrado en un sitio así; pero esa noche necesitaba desahogar la tensión sexual. Sentía como si entre las piernas le hubieran metido a la vez una barra de lomo, otra de chorizo y otra de salchichón. De tan hinchada que se sentía la polla, le parecía que había mas de una entre sus piernas. ¡Qué tontería! ¿Cómo voy a tener mas de una polla? Debe de ser por haberme pasado la tarde pensando en Silvia. Es que está muy buena la jodida. Pero no hay manera de que me atreva a hablar con ella, joder. Anda si ya estoy frente a “Las Muñecas”. A ver... sí, llevo la tarjeta de crédito. Para adentro pues. Mmmm no están mal las chicas de este sitio, aunque el lugar parece demasiado pequeño. A ver si se me acerca esa morena del fondo. ¿Me pregunto...
・ ¿Qué quieres tomar corazón?
・ Una cocacola.
・ Hola, ¿qué tal estas?
・ Bien -contestó Alberto sin apenas mirar a la chica que le acaba de hablar. Se sentía cohibido y a la vez seguro de que iba a mojar fijo. Las putas por dinero se lo hacen con cualquiera aunque apenas las conteste con monosílabos o se quede mirando al fondo del vaso de cocacola como yo estoy haciendo ahora mismo.
・ ....
・ ¿Perdona, estas bien?
・ Eh!, ah, lo siento. Esque es la primera vez que entro en un sitio de estos... y bueno, además soy un poco tímido, ¿sabes?
・ Tranquilo, no te voy a comer. Al menos no entero -dijo risueña la rubia que estaba tratando de llevárselo a la cama.
・ Vale, si tu lo dices..
Alberto se quedó mirando a la joven pensando que quizás no era buena idea acostarse con ella. Pero la expresión de la cara de ella cuando le pasó la mano por la entrepierna y notó el bulto que tenía ahí guardado disipó todas sus dudas. Este tío me va a destrozar, seguro, menuda tranca tiene el jodido.
Hora y media mas tarde, Alberto, un poco mas satisfecho, salía de “Las Muñecas”. Dentro una prostituta rubia trataba de asimilar lo que había pasado en la habitación de debajo de la barra. ¿Seguro que no me ha echado nada en la bebida mientras no miraba? Imposible apenas he apartado la vista del vaso un segundo ¿tres pollas? No, no me lo creo. Me ha tenido que drogar con algo, seguro. Pero aún tengo la sensación, no del todo desagradable, de haber sido penetrada por tres tíos a la vez. Y solo había uno conmigo en la habitación.
En la cervecería, Alberto trataba de asimilar lo que le pasaba a su cuerpo. ¿De donde habran salido esas dos pollas de mas? ¿Puede tener que ver con lo que me pasó en Hungría?
・ Hola, empezaré con una Uden Draak, hoy me apetece algo fuerte.
・ Vale majo. Por cierto, ¿hoy no traes nada para leer?
・ Lo llevo en la mochila -dijo Alberto alzando una pequeña mochila de baldolera que solía llevar consigo cuando salía de casa. -Lo que pasa es que tengo cosas en las que pensar y no me concentro en la lectura.
・ ¿Algún problema en casa o el trabajo?
・ No, nada de eso. Solo es un cuento que estoy escribiendo que no termino de ver como continuarlo.
・ Bueno si solo es eso.... -el camarero se tuvo que ir a atender otros pedios y ponerle lo que había pedido.
Ese guía sabe algo mas que no nos ha contado. De fijo que mis padres se creen lo del pasillo. Tuvieron que encontrarme empleados del castillo. Lástima no haberme quedado con el nombre del mismo. A lo mejor mi madre lo apuntó, aunque con esos nombres tan raros de fijo que o lo hizo incorrectamente o ni lo hizo. Igual se lo pregunto mañana, si me acuerdo en el momento oportuno, claro. ¡Ah, que buena está esta cerveza y qué fuerte es la jodida! Esta claro tengo que averiguar el nombre del castillo y tratar de encontrar en internet alguna leyenda asociada al mismo. De fijo que encuentro al menos una que me acerque al menos a obtener una explicación de loq ue me pasa. Es curioso que parezca tener que ver con la luna llena. Igual los hombres lobo no son tales sino tipos a los que les pasa lo que a mí.
Al día siguiente le preguntó a su madre si se acordaba del nombre del castillo y no supo decírselo; pero guardaba los papeles con las excursiones, en uno de ellos estaría. Y allí estaba el nombre Kaposmilika. Ahora sólo tenía que hacer una búsqueda en el google y tratar de dar con una página que le pusiera sobre la pista de la leyenda que buscaba o, con suerte, la contuviera.
Le costó tres días de navegar por la red, pero lo consiguió. Al parecer en esa zona sucedieron una serie de hechos inexplicables allá por 1285. Varias mujeres refirieron haber sido forzadas por un hombre y en el relato de lo acaecido todas repetían haber sido penetradas a la vez por tres sitios. En todos los casos había luna llena. Lo que siempre coincidía era que sucedía en el bosque cercano al castillo. El barón que lo habitaba por aquel entonces tenía fama de mujeriego, pero jamás se le acusó de forzar a ninguna mujer; todas las que yacieron con el lo hicieron voluntariamente. Su hijo ya era otra cosa. No tenía modales, ni siquiera para las costumbres de la época y se pasaba las noches en la taberna propasándose con las camareras. Núnca pudo probarse nada; pero los rumores apuntaban al hijo del barón como responsable de las violaciones. Tiempo después, cuando ya hacía años que el barón se había mudado a Budapest, se supo que un alquimista o mago había vivido con ellos durante un tiempo y, entre otras cosas, se dedicaba a preparar filtros amorosos para el hijo del barón. El castillo pasó a manos de un conde menor que murió soltero. Permaneció años abandonado hasta que un magnate londinense lo compró como residencia de verano y perteneció a su familia hasta que con la llegada del comunismo pasó a manos del estado.
Pues no me aclara mucho, la verdad. Sólo me dice lo que ya sospechaba, que no he sido el primero en sufrir tan extraña transformación. Lo raro es que no haber encontrado mas referencias. Algo me dice que puede que sea la segunda persona en poseer tamaña facultad. Que lo que me pinchó fué lo mismo que le causó al hijo del barón, si es que fué él el responsable de las violaciones, la facultad que compartimos. Y es posible que en Budapest fuera mas discreto o su padre le buscara mujeres que sabía no iban a hablar del asunto. Pero no me dice cómo curarme. Y no he encontrado a nadie que ea capaz de traducir el texto, quien mas cerca estuvo me dijo que parecía que estaba en clave y parecía incompleto. Imposible de descifrar en estas condiciones, me dijo. Por lo menos no quiso cobrarme, insistió en que sólo cobraba por trabajos terminados, al menos se dejó invitar a cenar en una tasca del centro. Tendré que aprender a vivir con ello.
Pasaron los años y Alberto procuraba, siempre que podía evitar follar en noches de luna llena. Aunque a veces no podía evitarlo, pues su excitación sexual era mayor que el resto de los días del mes. Pero si evitaba incluso tocarse en esas noches, las dos pollas extras no aparecerían. Tenía que andarse con cuidado a la hora de mear, pero con no sacudírsela mas de tres veces problema resuelto.

jueves, 8 de enero de 2009

Nights in white satin (2ª parte)

Siete de la tarde, viernes. Un centro comercial de una gran ciudad. Mareas de gente que van y vienen. Tiendas-escaparate, bares, restaurantes, cines. Consumismo concentrado. Alberto pasea solitario en medio del maremagnum, pensando si meterse o no en el cine. A decir verdad ninguna película le atrae demasiado y su economía no está para gastos tontos. Pero, ya que está allí, se acerca, indeciso, a la cartelera del cine. Después de estar un rato mirando las pelis y los horarios se decide por una de acción con tintes futurísticos. Prefiere no llamarla de ciencia ficción, sería una traición a su género literario favorito. Y, además, es la que mas se adecúa, por horario, a sus planes para mas tarde. Al cabo de poco mas de dos horas sale del cine con una medio sonrisa en la cara. La peli no estuvo mal, entretenida cuanto menos.
El aparcamiento está a rebosar, no se lo que voy a tardar en encontrar el coche. Pero en apenas unos minutos se está montando en él, poniéndolo en marcha y saliendo despacio del aparcamiento del centro comercial en dirección a la cercana autovía. En el coche suena Octavarium de Dream Theater.
Que perra vida esta. Te pasas el día en el curro por cuatro euros y, encima, no hay manera de conseguir follarte a una mujer sin tener que pagar por ello. Aunque, por otro lado, ¿qué mejor forma de ganar experiencia que con las profesionales?. En el fondo es como si pagaras por clases magistrales de sexo. Coño, pero si hoy hay luna llena. No se si lo mejor será que me vuelva a casa... bah, ya que estoy.
El coche de Alberto está aparcado entre los pocos que hay esa noche en su club favorito. Dentro se desarrolla una escena parecida a la de la última vez que estuvo allí. Hoy le ha tocado en suerte una mulata de pechos y caderas generosas.
A los diez minutos de faena se escucha un grito femenino en la habitación:
– ¿¡Pero qué es esto!?
– Mi polla.
– Pero si tu polla está en mi chocho. Yo me refiero a lo que me está entrando por el culo.
– Mi otra polla. ¿A que nunca te había penetrado un solo tío a la vez por delante y por detrás?
– Pe... pe... pero eso es imposible!!! -gritó la mulata cada vez mas asustada.
– Si, pero si te relajas y disfrutas puede ser tremendamente placentero.
– ¿Relajarme? Lo que quiero es que salgas de mí, de la habitación... ¿? ¡¡¿Qué coño pasa ahora?!!
– Oh, vaya es una se esas lunas. ¿Qué tal una tercera polla para tu boquita? Aunque también puedo seguir follándote los pechos con ella.
– ¡¡Para, por favor, para!!. Si hace falta te devuelvo el dinero...
– Hazme caso, relaaajate. Disfruta de la experiencia. Puede ser única en la vida. -Con una mano tapaba la boca de la chica para que sus gritos no asustaran a las personas de las otras habitaciones.
– ¡¡¡Mmmmm!!! -con las manos intentaba separarlo de si misma. Pero, quizás porque empezaba a sentir placer de verdad, quizás porque en el fondo no temía por su integridad física y menos por su vida, no ejerció demasiada presión. El se lo tomó como un juego erótico y siguió con la doble penetración. A todo esto, sólo la polla del chocho tenía un condón puesto.
– Nmmmm... esto empieza a gustarme. La lástima es que ya no voya poder estar sólo con un tío. Me estás dejando que ya sólo voy a valer para montármelo con al menos dos a la vez. Y puede que no me conforme con menos de cuatro.
– Ves te dije que te relajaras. Y tranquila, podrás seguir follando con un solo tío. Pero es cierto que ya nunca va a ser lo mismo.
– ¿Estas seguro?
– Pregúntale a Patricia. Si es que sigue trabajando aquí, hace tiempo que no la veo.
– Nos dejó la semana pasada. Se fué a trabajar a no se qué país tropical.
– Vaya al final va a ser verdad que la que “disfruta” de una sesión lunar conmigo solo vale para fiestas con varios tíos a la vez.
– Puede. Aunque... creo que es algo que suele hacer cuando se acerca... el invierno. Por lo visto, mmmm, no soporta el frío, se pone malísima. -dijo ella entre jadeos.
– Dejémonos de cháchara y centrémonos en lo que importa. -dijo el al tiempo que incrementaba el ritmo y colocaba su tercera polla entre los labios de la chica.
Placer. Orgasmo múltiple. Dos horas cobrando sólo una. Leche paterna y materna. Pezones enrojecidos y duros como piedras. Clítoris de acero. Sudor. Sangre. Marcas de arañazos en las espaldas. Tacto de piel en los huesos. Frenesí. Hoy no follo con ningún cliente mas. Voy a necesitar una ducha de media hora para recuperarme lo justo para bajar. A ver si me dejan detrás de la barra.
No vuelvo a salir con luna llena, dejo a las putas destrozadas.

miércoles, 7 de enero de 2009

Nights in white satin (1ª parte)

Primera de tres partes de un cuento que no es lo que parece.

Nights in white satin

Un coche. Una carretera. Luces en la noche se cruzan sobre el negro asfalto. Luces blancas, azuladas, algún que otro destello rojo, parpadeos amarillos. Tres carriles en cada sentido. De pronto los margenes de la carretera dejan de ser oscuridad total. Al fondo se visliumbran neones azules y rojos, invitadores. Una señal de la carretra anuncia la próxima salida, da igual donde lleve al final, lo importante es que acerque al coche a los neones. La velocidad disminuye, pasa de ciento veinte kilómetros por hora a cien, en la salida ya pasa a noventa y en un lapso de apenas unos segundos a setenta. Unos metros mas adelante una señal de no ir a mas de cuarenta, el coche llega a ella a poco mas de treinta. No hay prisa, la noche es joven. El reloj del coche marca las diez y media de un día de finales de otoño. El coche accede a una plaza de distribución de tráfico sin detenerse. No circula nadie por ella. Toma la salida de la vía de servicio y sin prisas se va acercando al edificio sobre el que lucen los neones invitadores. Despacio toma la salida que lleva al parking del mismo. Hay pocos coches; quizás por la temprana hora; quizás por que es un día entre semana. Mejor, mas para elegir.Aparca cerca de la entrada, la noche es fría y no le apetece andar demasiado. Tras pasar unas gruesas puertas de madera y dar las buenas noches al guardia de seguridad de la entrada empieza a oír la empalagosa música latina que envuelve el ambiente. No le importa, sabe que va a sufrirla poco tiempo. Unas puertas de cristal le separan de la barra del paraíso...
Dentro la música se oye un poco demasiado alta; quizás para confundir a los clientes y que éstos acepten cualquier trato con tal de salir del ruido ambiental.pero él tiene experiencia; no es la primera vez que entra en un sitio así. La barra ocupa el centro de la estancia y alrededor de la misma y apoyadas en la pared hay hasta diez mujeres de entre veintitantos y treinta y tantos años. Apenas se apoya en la barra una mujer joven, morena, vestida con lo justo para insinuar su apetecible cuerpo desnudo se pega a él.
– Hola, ¿qué tal estas? -le pregunta.
– Bien -contesta el mientras apoya su mano derecha en el culo de la chica y empieza a masajearlo lentamente.
– ¿Como te llamas? -pregunta ella.
– Alberto -contesta el.
– Irina -contesta ella y se besan en las mejillas.
– ¿Vienes mucho por aquí? -pregunta ella antes de separar su cara de la de el.
El joven empieza a notar un principio de erección fruto de los continuos sobeos de la chica mientras rompen el hielo. Su mirada se posa descarada en el escote del top que apenas puede contener los generosos pechos de la morena que le ha tocado en suerte. Ella sonríe y le pregunta si quiere subir a pasar un buen rato. El dice que sí y pregunta que cuanto por una hora. Ella contesta que cien euros y a el le parece un precio razonable pues está acostumbrado a pagar hasta ciento veinte. Hecho el trato se deja guiar por la chica hacia una puerta en un lateral de la sala que sabe lleva a la zona de habitaciones. Antes de llegar al nido de amor que ha alquilado por una hora se detienen en un mostrador donde además de los cien euros para la chica paga cinco por la habitación y las sábanas. Lo hace con la visa aunque le sale algo mas caro por el diez por ciento de comisión. Pero es mas cómodo que perveer el gasto y sacar efectivo suficiente antes de iniciar el camino al templo del sexo. La chica le hace esperar unos segundos mientras coge su bolso de la taquilla. En él sabe que lleva el móvil, condones, útiles de maquillaje y posíblemente tabaco y mechero.
La habitación es en el piso de arriba. Alberto sube detrás de la joven, admirando su magnifico y prieto trasero. Se deja guiar por el pasillo hasta la puerta, espera pacientemente a que ella abra la puerta, lo que apenas le lleva un segundo. Entra detrás de ella y, tras un rápido vistazo, localiza el perchero. Se quita el abrigo y lo cuelga de uno de los pomos, a continuación se sienta en la cama para quitarse los zapatos; a continuación se quita los pantalones y la camisa que van a parar a otro de los tres pomos del perchero. En ese momento, en calzoncillos y calcetines, observa como la chica se ha quitado la escasa ropa que cubría su cuerpo y espera, desnuda por completo, a que el se quite los calzoncillos. No se quita los calcetines, el suelo es de terrazo y no quiere coger frío en los pies.
– Vamos a limpiarnos -dice Irina.
– Es la costumbre -comenta Alberto.
Se meten ambos en el servicio de la habitación y el espera un segundo para ver si pone papel en el videt antes de sentarse para dejar que le limpie la polla. Se acomoda y observa las manos de Irina mientras esta comprueba la temeratura del agua.
– ¿Está bien así? -pregunta ella.
– Perfecta -contesta el ahogando un gemido de placer pues las expertas manos de la chica han empezado la limpieza de la punta de su pene.
– Que cachonda tu polla, ya se está poniendo dura.
– Es pequeña -dice el.
– No importa. Es bonita, me gusta tu polla. Ya estás, la toalla está ahí -dice ella señalando a su izquierda.
El se seca la entrepierna y las piernas mientras la joven procede a limpiarse el coño. Mientras ella termina de asearse el vuelve a la habitación. Es de una sola cama, enorme, con dos mesillas a los lados; en una está el bolso de la prostituta, abierto, a lado un par de condones aún en sus envoltorios, a mano para ser usados cuando llegue el momento. Se tumba en la cama y se relaja mientras Irina se acerca a el y le pregunta si quiere que se la chupe, el dice que sí. Ella le pone un condón y se introduce la polla de el en la boca. Está de frente a el y puede ver como su polla entra y sale de la boca de la joven, siente su dientes mordisquear sensualmente su prepucio y nota como su polla se pone cada vez mas dura. Ella para un segundo y le pregunta:
- ¿Follamos?
– Sí, ponte tu encima -dice adelantándose a la pregunta que sabe ella le va ha hacer a continuación.
Mientras ella introduce su polla en su caliente chochito el observa con detenimiento sus pechos. Mientras ella baila arriba y abajo, empalada en su polla, el alarga las manos en clara señal de querer acariciarle las tetas. Ella responde inclinándose hacia delante y el empieza a masajear lentamente sus pechos, pequeños, de rosados pezones que pellizca ente el dedo gordo y el índice, un pequeño jadeo le indica que a ella le gusta. La atrae aún mas cerca y empieza a lamerle los pezones, introduciéndose el pecho entero en la boca mientras con la punta de la lengua juguetea sobre y alrededor del pezón. Repite lo mismo con el otro pecho, mientras ella no ha dejado de mover las caderas arriba y abajo follándose su polla con su cada vez mas húmedo coñito. Apolla una mano en cada pecho y los junta para así poder pasar con su lengua de un pezón a otro. Mientras tanto ya está pensando en como va a juguetear con su lengua entre los labios vaginales de la puta, buscando con la punta su botoncito del placer. Es de los que les gusta dar tanto placer como reciben. De pronto ella para de follárselo y le pregunta si quiere ponerse encima. Ha llegado el momento de centrarse en su polla, de llegar a correrse por primera vez en la noche. Ella se tumba con las piernas abiertas en la cama y el se pone de rodillas entre ellas y, con ayuda de la mano derecha de la chica, introduce su encondonada polla en la abierta y húmeda cuevecita del placer. Bombea sin pausa, al principio a un ritmo lento que va aumentando poco a poco. Tiene que recolocarse en un par de ocasiones para ponerse lo bastante cerca de las caderas de la chica para que su polla no se salga de su chochito. Pronto el ritmo es frenético, tanto que tiene que olvidarse de tumbarse encima de ella para besarla en el cuello y los pezones. Llega a ser imparable hasta que nota como su polla es recorrida por oleadas cada vez mas intensas de algo caliente y espeso que se va acumulando en la punta, aguanta varios segundos antes de correse y salirse extenuado pero feliz del coño de la puta. Se tumba en la cama y observa como ella le quita el condón de la polla y comenta que ahí van unos gemelos.
Relajandose mira el reloj que no se ha quitado de la muñeca. Le gusta saber cuanto tiempo ha pasado y cuanto queda. Falta poco mas de media hora para que acabe el tiempo alquilado. Irina mientras tanto ha ido al servicio a tirar el condón usado a la papelera que al efecto hay allí. Al volver le ofrece fumar un cigarrillo y le pregunta si quiere una copa y si le invita a una a ella. El contesta que no y ella se tumba a su lado sin decir nada. Enciende un cigarrillo y se lo pasa a el; a continuación enciende otro para ella y pone el cenicero entre los dos. Mientras fuman charlan un rato
– ¿De donde eres? -le pregunta el a ella.
– De Rumanía -contesta ella- ¿En qué trabajas?
– En una oficina, papeleos...
– ¿?
– Con ordenadores, nada importante. Simplemente redacto informes financieros que le paso a mi supervisor y a partir de ahí les pierdo la pista.
– Ojala yo tuviera un trabajo de oficina.
– Ganarías menos que aquí.
– Si, puede, pero sería mas honrado. Tengo que mandar dinero a mi familia, a mis dos hijas.
– ¿Las ves a menudo?
– Hace una semana estuve a verlas.
– .....
– ¿En que piensas?
Sin contestar el se incorpora y empieza a besar el cuerpo de la chica, empezando justo por debajo de sus pechos y bajando poco a poco hasta llegar a su depilado monte de venus. Un beso rápido a sus labios vaginales da paso al interior del muslo izquierdo de ahí al derecho y vuelta a subir a su tripa para volver a bajar lentamente hasta su entrepierna. Un segundo para contemplar sus labios vaginales entreabiertos por la excitación y afinar el lugar donde su lengua contactaría primero. Lentamente empezó a buscar el clítoris con la punta de la lengua. Una vez encontrado empezó a hacer que su lengua bailara salvajemente sobre él, deteniéndose ne varias ocasiones para absorber con su boca los labios vaginales de la chica que no paraba de gemir y decir “Qué lengua tienes.”
Poco a poco notó como su polla se volvía a poner dura y le ofreció un sesenta y nueve. Ella accedió y, mientras volvia a notar sobre su polla el tacto del latex aqbrió con sus dedos los labios vaginales y antes de volver a chuparlos o besarlos introdujo su nariz para disfrutar se los humores vaginales de la puta que tan expertamente volvía a chuparle la polla. Si el primer orgasmo fué bueno el segundo prometía ser mejor. Aunque empezaron a entrarle dudas sobre si sería capaz de volver a correrse tan pronto mientra ella no paraba de repetir “dame tu leche, quiero tu leche” entre gemidos de placer que él tardó poco en empezar a emitir, ahogándolos en los labios vaginales que introducía en su boca mientras con la punta de su lengua reubicaba el clítoris y lo lamía cada vez a mayor velocidad. Al final solo podía chupar sus labios vaginales y centrarse en el incipiente orgasmo que subía desde sus huevos hasta su polla. No pudo asegurar si se corrieron a la vez o no, pero, una de dos, o ella era una perfecta actriz fingiendo orgasmos o esos espasmos de la cadera eran de verdad fruto del placer que había logrado proporcionarle.
En los cinco minutos que faltaban y, tras rechazar la oferta de quedarse un rato mas, se lavó y secó la polla y se fumó otro cigarrillo, solo, pues a ella no le apetecía en ese momento. Una vez vestidos, salieron de la habitación dejando la puerta abierta para que la mujer encargada de ello la limpiara un poco y la dejara lista para la siguiente pareja. Al pié de las escaleras se despidieron con un beso en las mejillas y el deseo de ella de volver a verlo por allí.Eso se lo dirás a todos, exprimebolsillos ajenos -pensó Alberto.

domingo, 4 de enero de 2009

Año nuevo vida vieja

Un año comienza... bueno ya estamos en su cuarto día; pero nada cambia.

Al menos para mí. Sigo con los mismos vicios, el mismo polvo en los bolsillos y las mismas ganas de que pasen los días grises y sin sentido para que lleguen mas días grises y sin sentido y no poner ni una coma en una frase kilométrica.



La imagen está tomada en Siete Iglesias. Pueblo de la zona Norte de Madrid, al que se llega desde El Berrueco, cercano a La Cabrera. En la ruta de pantanos del Lozoya.

Por si alguien no lo ha visto, es un cementerio. Antiguo, no recuerdo cuanto. No hay cruces, debe ser anterior a la era cristiana. De otro calendario. Mas bien de época sin ellos. Imprecisa zona temporal de la humanidad cuando el tiempo se medía ocasionalmente y con total imprecisión. Y de fijo que acertaban mejor en cuando celebrar el nuevo año; cuestión fundamentalmente agrícola.