viernes, 9 de enero de 2009

Nigths in white satin (3ª y última parte)

Cinco años atrás. En un lugar entre montañas. Día especialmente brumoso en una zona conocida por sus intensas nieblas. Un joven disfruta de unas cortas vacaciones con su familia. Se supone que en algún lugar del camino, que tantean, mas que recorren hay un castillo. La atracción turística del lugar. Poco a poco el blanco se vuelve gris. Una sombra se va definiendo en la niebla. El negro deja paso al gris verdoso de la piedra musgosa. Un paso mas y tropiezan con la muralla del castillo. Una voz en la niebla los anima a seguir, a unos excasos cinco pasos está la entrada.
El castillo es del siglo XII o así. Alberto apenas presta atención a las explicaciones. ¿Para qué, si las va aolvidar apenas oirlas? Su atención se centra en las paredes y techos. Cargadas las primeras de tapices con escenas medievales de variada temática. Campesinos en plena tarea. Batallas. Y personajes que supone importantes en la historia del lugar. El techo, madera. Vigas entrecruzadas a diversos niveles. En los niveles externos los bordes de las mismas son lisos, barnizados, con tonos de marrón, negro y rojo. Pero en los niveles interiores intuye elaborados motivos ornamentales. Da la sensación de que las vigas externas se ha añadido para ocultar. No para reforzar como dice el cabezabolo del guía. Interesante, historia oculta. La única verdadera por completo. A ver si logro separme del grupo e investigo por mi cuenta. Total seguro que no dice mas que memeces y no enesña nada realmente interesante. Al fondo parece que hay una puerta que puede melleve a lugares interesantes. A ver si hay suerte y está abierta.
Poco a poco, como el que no quiere la cosa, se va separando del grupo. Sus padres siguen embobados las explicaciones del guía, alabando lo que se espera que alaben. Borregos. Aprovecha un descuido y se mete en el corto y estrecho pasillo que lleva hasta la puerta que ha visto antes. No tiene hechada llave ni pestillo. La empuja un poco se entreabre sin ruido. Suavemente la abre lo suficiente para pasar y la cierra detrás de él. No hay nadie al otro lado. Un pasillo, estrecho y abovedado conduce a unas escaleras, ascendentes. Los escalones son bajos, desgastados por el uso y de una puiedra que intuye puede ser mármol. Tras una corta ascensión llega a un rellano con una vetana en el centro. Está cerrada y tiene los cristales emplomados. Apenas pasa claridad por ellos, normal con la niebla que hay fuera. Una ascensión un poco mas larga le lleva al final de la escalera. Una especie de rellano da paso a un pasillo que lleva hacia ambos lados y, justo enfrente, a una puerta que resite sus intentos de abrirla. Hacia la izquierda el pasillo es mas corto que hacia la derecha. En ese lado sólo hay dos puertas, cerradas. A la derecha pues. Aunque me da que no voy a ver nada mas interesante que puertas cerradas y pasillos vacíos. Cuanto le hubiera gustado tener razón. La tercera puerta que probó estaba abierta. Daba paso a una habitación llena de trastos, polvorienta. Unas sábanas que en tiempo devieron ser blancas tapaban mobiliario variado. Adivinó, mas que vió, sillas, mesas de diverso tamaño y al menos un armario. Al fondo, un arcón con la tapa levantada. Con cuidado de no tropezar se acercó a el, sorteando en su camino un viejo balancín nedio roto. Decepción. El arcón está aparentemente vacío. Pero no, al fondo, en la esquina izquierda hay algo. Seguro que es un trozo de la tela que parece que lo forraba por dentro. Con cuidado de no caerse dentro, se agacha y tantea con los dedos hasta das con ello. Es un trozo de papel antiguo, pergamino o algo así. Lo coge. Tiene un texto manuscrito. En el mejor de los casos será ilegible y en el peor no lograré traducir el texto aunque sea capaz de leer las palabras. Por lo menos estárá en eslavo. A las luz de las lamparas del pasillo, que aunque poco iluminan mas que la única que había en el techo de la habitación, logra leer unas palabras del texto. Como se temía no reconoce la lengua. Aunque el texto se conserva sorprendentemente claro para la antiguedad, al menos aparente, del mismo.
De pronto notó un bulto en una de las esquinas del manuscrito, como si algo estuviera metido entre dos láminas de papel. Al ir a tocarlo para ver si no era mas que una arruga notó algo duro y ausado debajo de la llema de los dedos. Abrió el papel por uno de los extremos del uso y al hacerlo notó un pinchazo en el dedo anular. Después todo fué oscuridad.
Unas horas mas tarde despertó en una habitación blanca. En una cama cómoda aunque un poco pequeña. A su derecha una mesilla de color blanco, con vaso de plástico y un bote de lo que parecían pastillas encima de la misma. Una ventana, apenas velada por unas finas cortinas entreabiertas dejaba pasar la luz del sol; por el ángulo de los rayos de sol dedujo que debía ser mediodia. Miró por la ventana y vió que estaban en algún lugar al pié de las montañas, pues estas dominaban el horizonte. Al lado de la puerta vió lo que parecía una percha con ruedas. Al cabo de unos segundos de observación y reflexión supuso que serviría para colgar un gotero. Si su suposición era cierta estaba en la habitación de un hospital o clínica. Cómo había llegado hasta allí le importaba menos que por qué estaba allí. Se sentía perfectamente. Es mas se sentía mejor que cuando se levantó temprano esa mañana... ¿por que aún era el día de la visita al castillo verdad?. En esas estaba cuando entró una enfermera seguida de sus padres. Se dió cuenta entonces que quizás estaban enfadados con el por haber desaparecido. Pero no, al menos en eses momento sus caras eran de alivio. Tornaronse de alegría cuando la enfermera tras un breve análisis de su pulso y temperatura les hizo un gesto de que se encontraba bien.
・ Vaya susto que nos has dado -dijo su padre.
・ Ya pensabamos que te habías perdido -dijo su madre casi al mismo tiempo.
・ Lo siento -acertóa balbucera Alberto.
・ Por lo menos estas bien y parece que en pocos minutos podrás salir de aquí. Lo que no entiendo es que hacías en ese pasillo cegado que no lleva a ninguna parte.
・ Buscaba el servicio y me pareció que podía estar por ahí.
・ Pues lo podías haber dicho y se lo habríamos preguntado al guía.
・ Al menos no nos hemos perdido gran cosa, ¿verdad?. El castillo no parecía especialmente interesante.
En ese momento entró el médico, acompañado por el guía que hizo las veces de traductor. Entre los dos les dijeron que ya se podía ir, que le daban el alta. Al parecer sólo había sido un desmayo al respirar el aire viciado del pasillo en el que le encontraron. Por lo visto el mismo hacía años que no era visitado por nadie en absoluto.
La vuelta a Budapest la hicieron los cuatro en un taxi que el guía insistió en pagar. Ya se lo abonarían en la agencia de viajes, dijo. Al fin y al cabo -siguió comentando en su español con fuerte acento hungaro- forma parte del seguro del viaje.
Al dia siguiente coincidieron con algunas personas del día anterior. Mostraron éstas brevemente su alegría por encontrarse Alberto bien y siguieron con sus asuntos. Pasaron el día que les quedaba paseando por Buda, en las cercanias del hotel donde se alojaban. Los tres deseaban estar ya de vuelta en Madrid, en su casa. Auque no había sido nada, no olvidarían el incidente en toda su vida.
Una semana mas tarde era luna llena. La primera desde su vuelta del accidentado viaje. Se sintió raro toda la semana, especialmente de noche. Durmió mal todas ellas. La peor fue la de la luna llena en sí, viernes. Había salido a tomar algo. Ya que no puedo dormir al menos intentaré pasarmelo bien -pensó mientras iba en el metro camino de la cervecería a la que iba habitualmente. Al salir del metro estaba demasiado exctitado para poder sentarse tranquilamente a tomar una cerveza. Se le daba mal ligar; bueno a decir verdad núnca lo había conseguido realmente, que el supiera. Era muy tímido con las mujeres, especialmente con las que le gustaban. Le costaba incluso acercarse a ellas para preguntarles por una dirección. A veces pasaba largos minutos perdido sin saber llegar a un sitio al que iba por primera vez por no encontrar un chico, hombre o mujer mayor a la que preguntar como ir hast allí. Por eso dirigió sus pasos a un club que sabía estaba por allí cerca. Nunca había entrado en un sitio así; pero esa noche necesitaba desahogar la tensión sexual. Sentía como si entre las piernas le hubieran metido a la vez una barra de lomo, otra de chorizo y otra de salchichón. De tan hinchada que se sentía la polla, le parecía que había mas de una entre sus piernas. ¡Qué tontería! ¿Cómo voy a tener mas de una polla? Debe de ser por haberme pasado la tarde pensando en Silvia. Es que está muy buena la jodida. Pero no hay manera de que me atreva a hablar con ella, joder. Anda si ya estoy frente a “Las Muñecas”. A ver... sí, llevo la tarjeta de crédito. Para adentro pues. Mmmm no están mal las chicas de este sitio, aunque el lugar parece demasiado pequeño. A ver si se me acerca esa morena del fondo. ¿Me pregunto...
・ ¿Qué quieres tomar corazón?
・ Una cocacola.
・ Hola, ¿qué tal estas?
・ Bien -contestó Alberto sin apenas mirar a la chica que le acaba de hablar. Se sentía cohibido y a la vez seguro de que iba a mojar fijo. Las putas por dinero se lo hacen con cualquiera aunque apenas las conteste con monosílabos o se quede mirando al fondo del vaso de cocacola como yo estoy haciendo ahora mismo.
・ ....
・ ¿Perdona, estas bien?
・ Eh!, ah, lo siento. Esque es la primera vez que entro en un sitio de estos... y bueno, además soy un poco tímido, ¿sabes?
・ Tranquilo, no te voy a comer. Al menos no entero -dijo risueña la rubia que estaba tratando de llevárselo a la cama.
・ Vale, si tu lo dices..
Alberto se quedó mirando a la joven pensando que quizás no era buena idea acostarse con ella. Pero la expresión de la cara de ella cuando le pasó la mano por la entrepierna y notó el bulto que tenía ahí guardado disipó todas sus dudas. Este tío me va a destrozar, seguro, menuda tranca tiene el jodido.
Hora y media mas tarde, Alberto, un poco mas satisfecho, salía de “Las Muñecas”. Dentro una prostituta rubia trataba de asimilar lo que había pasado en la habitación de debajo de la barra. ¿Seguro que no me ha echado nada en la bebida mientras no miraba? Imposible apenas he apartado la vista del vaso un segundo ¿tres pollas? No, no me lo creo. Me ha tenido que drogar con algo, seguro. Pero aún tengo la sensación, no del todo desagradable, de haber sido penetrada por tres tíos a la vez. Y solo había uno conmigo en la habitación.
En la cervecería, Alberto trataba de asimilar lo que le pasaba a su cuerpo. ¿De donde habran salido esas dos pollas de mas? ¿Puede tener que ver con lo que me pasó en Hungría?
・ Hola, empezaré con una Uden Draak, hoy me apetece algo fuerte.
・ Vale majo. Por cierto, ¿hoy no traes nada para leer?
・ Lo llevo en la mochila -dijo Alberto alzando una pequeña mochila de baldolera que solía llevar consigo cuando salía de casa. -Lo que pasa es que tengo cosas en las que pensar y no me concentro en la lectura.
・ ¿Algún problema en casa o el trabajo?
・ No, nada de eso. Solo es un cuento que estoy escribiendo que no termino de ver como continuarlo.
・ Bueno si solo es eso.... -el camarero se tuvo que ir a atender otros pedios y ponerle lo que había pedido.
Ese guía sabe algo mas que no nos ha contado. De fijo que mis padres se creen lo del pasillo. Tuvieron que encontrarme empleados del castillo. Lástima no haberme quedado con el nombre del mismo. A lo mejor mi madre lo apuntó, aunque con esos nombres tan raros de fijo que o lo hizo incorrectamente o ni lo hizo. Igual se lo pregunto mañana, si me acuerdo en el momento oportuno, claro. ¡Ah, que buena está esta cerveza y qué fuerte es la jodida! Esta claro tengo que averiguar el nombre del castillo y tratar de encontrar en internet alguna leyenda asociada al mismo. De fijo que encuentro al menos una que me acerque al menos a obtener una explicación de loq ue me pasa. Es curioso que parezca tener que ver con la luna llena. Igual los hombres lobo no son tales sino tipos a los que les pasa lo que a mí.
Al día siguiente le preguntó a su madre si se acordaba del nombre del castillo y no supo decírselo; pero guardaba los papeles con las excursiones, en uno de ellos estaría. Y allí estaba el nombre Kaposmilika. Ahora sólo tenía que hacer una búsqueda en el google y tratar de dar con una página que le pusiera sobre la pista de la leyenda que buscaba o, con suerte, la contuviera.
Le costó tres días de navegar por la red, pero lo consiguió. Al parecer en esa zona sucedieron una serie de hechos inexplicables allá por 1285. Varias mujeres refirieron haber sido forzadas por un hombre y en el relato de lo acaecido todas repetían haber sido penetradas a la vez por tres sitios. En todos los casos había luna llena. Lo que siempre coincidía era que sucedía en el bosque cercano al castillo. El barón que lo habitaba por aquel entonces tenía fama de mujeriego, pero jamás se le acusó de forzar a ninguna mujer; todas las que yacieron con el lo hicieron voluntariamente. Su hijo ya era otra cosa. No tenía modales, ni siquiera para las costumbres de la época y se pasaba las noches en la taberna propasándose con las camareras. Núnca pudo probarse nada; pero los rumores apuntaban al hijo del barón como responsable de las violaciones. Tiempo después, cuando ya hacía años que el barón se había mudado a Budapest, se supo que un alquimista o mago había vivido con ellos durante un tiempo y, entre otras cosas, se dedicaba a preparar filtros amorosos para el hijo del barón. El castillo pasó a manos de un conde menor que murió soltero. Permaneció años abandonado hasta que un magnate londinense lo compró como residencia de verano y perteneció a su familia hasta que con la llegada del comunismo pasó a manos del estado.
Pues no me aclara mucho, la verdad. Sólo me dice lo que ya sospechaba, que no he sido el primero en sufrir tan extraña transformación. Lo raro es que no haber encontrado mas referencias. Algo me dice que puede que sea la segunda persona en poseer tamaña facultad. Que lo que me pinchó fué lo mismo que le causó al hijo del barón, si es que fué él el responsable de las violaciones, la facultad que compartimos. Y es posible que en Budapest fuera mas discreto o su padre le buscara mujeres que sabía no iban a hablar del asunto. Pero no me dice cómo curarme. Y no he encontrado a nadie que ea capaz de traducir el texto, quien mas cerca estuvo me dijo que parecía que estaba en clave y parecía incompleto. Imposible de descifrar en estas condiciones, me dijo. Por lo menos no quiso cobrarme, insistió en que sólo cobraba por trabajos terminados, al menos se dejó invitar a cenar en una tasca del centro. Tendré que aprender a vivir con ello.
Pasaron los años y Alberto procuraba, siempre que podía evitar follar en noches de luna llena. Aunque a veces no podía evitarlo, pues su excitación sexual era mayor que el resto de los días del mes. Pero si evitaba incluso tocarse en esas noches, las dos pollas extras no aparecerían. Tenía que andarse con cuidado a la hora de mear, pero con no sacudírsela mas de tres veces problema resuelto.

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