miércoles, 7 de enero de 2009

Nights in white satin (1ª parte)

Primera de tres partes de un cuento que no es lo que parece.

Nights in white satin

Un coche. Una carretera. Luces en la noche se cruzan sobre el negro asfalto. Luces blancas, azuladas, algún que otro destello rojo, parpadeos amarillos. Tres carriles en cada sentido. De pronto los margenes de la carretera dejan de ser oscuridad total. Al fondo se visliumbran neones azules y rojos, invitadores. Una señal de la carretra anuncia la próxima salida, da igual donde lleve al final, lo importante es que acerque al coche a los neones. La velocidad disminuye, pasa de ciento veinte kilómetros por hora a cien, en la salida ya pasa a noventa y en un lapso de apenas unos segundos a setenta. Unos metros mas adelante una señal de no ir a mas de cuarenta, el coche llega a ella a poco mas de treinta. No hay prisa, la noche es joven. El reloj del coche marca las diez y media de un día de finales de otoño. El coche accede a una plaza de distribución de tráfico sin detenerse. No circula nadie por ella. Toma la salida de la vía de servicio y sin prisas se va acercando al edificio sobre el que lucen los neones invitadores. Despacio toma la salida que lleva al parking del mismo. Hay pocos coches; quizás por la temprana hora; quizás por que es un día entre semana. Mejor, mas para elegir.Aparca cerca de la entrada, la noche es fría y no le apetece andar demasiado. Tras pasar unas gruesas puertas de madera y dar las buenas noches al guardia de seguridad de la entrada empieza a oír la empalagosa música latina que envuelve el ambiente. No le importa, sabe que va a sufrirla poco tiempo. Unas puertas de cristal le separan de la barra del paraíso...
Dentro la música se oye un poco demasiado alta; quizás para confundir a los clientes y que éstos acepten cualquier trato con tal de salir del ruido ambiental.pero él tiene experiencia; no es la primera vez que entra en un sitio así. La barra ocupa el centro de la estancia y alrededor de la misma y apoyadas en la pared hay hasta diez mujeres de entre veintitantos y treinta y tantos años. Apenas se apoya en la barra una mujer joven, morena, vestida con lo justo para insinuar su apetecible cuerpo desnudo se pega a él.
– Hola, ¿qué tal estas? -le pregunta.
– Bien -contesta el mientras apoya su mano derecha en el culo de la chica y empieza a masajearlo lentamente.
– ¿Como te llamas? -pregunta ella.
– Alberto -contesta el.
– Irina -contesta ella y se besan en las mejillas.
– ¿Vienes mucho por aquí? -pregunta ella antes de separar su cara de la de el.
El joven empieza a notar un principio de erección fruto de los continuos sobeos de la chica mientras rompen el hielo. Su mirada se posa descarada en el escote del top que apenas puede contener los generosos pechos de la morena que le ha tocado en suerte. Ella sonríe y le pregunta si quiere subir a pasar un buen rato. El dice que sí y pregunta que cuanto por una hora. Ella contesta que cien euros y a el le parece un precio razonable pues está acostumbrado a pagar hasta ciento veinte. Hecho el trato se deja guiar por la chica hacia una puerta en un lateral de la sala que sabe lleva a la zona de habitaciones. Antes de llegar al nido de amor que ha alquilado por una hora se detienen en un mostrador donde además de los cien euros para la chica paga cinco por la habitación y las sábanas. Lo hace con la visa aunque le sale algo mas caro por el diez por ciento de comisión. Pero es mas cómodo que perveer el gasto y sacar efectivo suficiente antes de iniciar el camino al templo del sexo. La chica le hace esperar unos segundos mientras coge su bolso de la taquilla. En él sabe que lleva el móvil, condones, útiles de maquillaje y posíblemente tabaco y mechero.
La habitación es en el piso de arriba. Alberto sube detrás de la joven, admirando su magnifico y prieto trasero. Se deja guiar por el pasillo hasta la puerta, espera pacientemente a que ella abra la puerta, lo que apenas le lleva un segundo. Entra detrás de ella y, tras un rápido vistazo, localiza el perchero. Se quita el abrigo y lo cuelga de uno de los pomos, a continuación se sienta en la cama para quitarse los zapatos; a continuación se quita los pantalones y la camisa que van a parar a otro de los tres pomos del perchero. En ese momento, en calzoncillos y calcetines, observa como la chica se ha quitado la escasa ropa que cubría su cuerpo y espera, desnuda por completo, a que el se quite los calzoncillos. No se quita los calcetines, el suelo es de terrazo y no quiere coger frío en los pies.
– Vamos a limpiarnos -dice Irina.
– Es la costumbre -comenta Alberto.
Se meten ambos en el servicio de la habitación y el espera un segundo para ver si pone papel en el videt antes de sentarse para dejar que le limpie la polla. Se acomoda y observa las manos de Irina mientras esta comprueba la temeratura del agua.
– ¿Está bien así? -pregunta ella.
– Perfecta -contesta el ahogando un gemido de placer pues las expertas manos de la chica han empezado la limpieza de la punta de su pene.
– Que cachonda tu polla, ya se está poniendo dura.
– Es pequeña -dice el.
– No importa. Es bonita, me gusta tu polla. Ya estás, la toalla está ahí -dice ella señalando a su izquierda.
El se seca la entrepierna y las piernas mientras la joven procede a limpiarse el coño. Mientras ella termina de asearse el vuelve a la habitación. Es de una sola cama, enorme, con dos mesillas a los lados; en una está el bolso de la prostituta, abierto, a lado un par de condones aún en sus envoltorios, a mano para ser usados cuando llegue el momento. Se tumba en la cama y se relaja mientras Irina se acerca a el y le pregunta si quiere que se la chupe, el dice que sí. Ella le pone un condón y se introduce la polla de el en la boca. Está de frente a el y puede ver como su polla entra y sale de la boca de la joven, siente su dientes mordisquear sensualmente su prepucio y nota como su polla se pone cada vez mas dura. Ella para un segundo y le pregunta:
- ¿Follamos?
– Sí, ponte tu encima -dice adelantándose a la pregunta que sabe ella le va ha hacer a continuación.
Mientras ella introduce su polla en su caliente chochito el observa con detenimiento sus pechos. Mientras ella baila arriba y abajo, empalada en su polla, el alarga las manos en clara señal de querer acariciarle las tetas. Ella responde inclinándose hacia delante y el empieza a masajear lentamente sus pechos, pequeños, de rosados pezones que pellizca ente el dedo gordo y el índice, un pequeño jadeo le indica que a ella le gusta. La atrae aún mas cerca y empieza a lamerle los pezones, introduciéndose el pecho entero en la boca mientras con la punta de la lengua juguetea sobre y alrededor del pezón. Repite lo mismo con el otro pecho, mientras ella no ha dejado de mover las caderas arriba y abajo follándose su polla con su cada vez mas húmedo coñito. Apolla una mano en cada pecho y los junta para así poder pasar con su lengua de un pezón a otro. Mientras tanto ya está pensando en como va a juguetear con su lengua entre los labios vaginales de la puta, buscando con la punta su botoncito del placer. Es de los que les gusta dar tanto placer como reciben. De pronto ella para de follárselo y le pregunta si quiere ponerse encima. Ha llegado el momento de centrarse en su polla, de llegar a correrse por primera vez en la noche. Ella se tumba con las piernas abiertas en la cama y el se pone de rodillas entre ellas y, con ayuda de la mano derecha de la chica, introduce su encondonada polla en la abierta y húmeda cuevecita del placer. Bombea sin pausa, al principio a un ritmo lento que va aumentando poco a poco. Tiene que recolocarse en un par de ocasiones para ponerse lo bastante cerca de las caderas de la chica para que su polla no se salga de su chochito. Pronto el ritmo es frenético, tanto que tiene que olvidarse de tumbarse encima de ella para besarla en el cuello y los pezones. Llega a ser imparable hasta que nota como su polla es recorrida por oleadas cada vez mas intensas de algo caliente y espeso que se va acumulando en la punta, aguanta varios segundos antes de correse y salirse extenuado pero feliz del coño de la puta. Se tumba en la cama y observa como ella le quita el condón de la polla y comenta que ahí van unos gemelos.
Relajandose mira el reloj que no se ha quitado de la muñeca. Le gusta saber cuanto tiempo ha pasado y cuanto queda. Falta poco mas de media hora para que acabe el tiempo alquilado. Irina mientras tanto ha ido al servicio a tirar el condón usado a la papelera que al efecto hay allí. Al volver le ofrece fumar un cigarrillo y le pregunta si quiere una copa y si le invita a una a ella. El contesta que no y ella se tumba a su lado sin decir nada. Enciende un cigarrillo y se lo pasa a el; a continuación enciende otro para ella y pone el cenicero entre los dos. Mientras fuman charlan un rato
– ¿De donde eres? -le pregunta el a ella.
– De Rumanía -contesta ella- ¿En qué trabajas?
– En una oficina, papeleos...
– ¿?
– Con ordenadores, nada importante. Simplemente redacto informes financieros que le paso a mi supervisor y a partir de ahí les pierdo la pista.
– Ojala yo tuviera un trabajo de oficina.
– Ganarías menos que aquí.
– Si, puede, pero sería mas honrado. Tengo que mandar dinero a mi familia, a mis dos hijas.
– ¿Las ves a menudo?
– Hace una semana estuve a verlas.
– .....
– ¿En que piensas?
Sin contestar el se incorpora y empieza a besar el cuerpo de la chica, empezando justo por debajo de sus pechos y bajando poco a poco hasta llegar a su depilado monte de venus. Un beso rápido a sus labios vaginales da paso al interior del muslo izquierdo de ahí al derecho y vuelta a subir a su tripa para volver a bajar lentamente hasta su entrepierna. Un segundo para contemplar sus labios vaginales entreabiertos por la excitación y afinar el lugar donde su lengua contactaría primero. Lentamente empezó a buscar el clítoris con la punta de la lengua. Una vez encontrado empezó a hacer que su lengua bailara salvajemente sobre él, deteniéndose ne varias ocasiones para absorber con su boca los labios vaginales de la chica que no paraba de gemir y decir “Qué lengua tienes.”
Poco a poco notó como su polla se volvía a poner dura y le ofreció un sesenta y nueve. Ella accedió y, mientras volvia a notar sobre su polla el tacto del latex aqbrió con sus dedos los labios vaginales y antes de volver a chuparlos o besarlos introdujo su nariz para disfrutar se los humores vaginales de la puta que tan expertamente volvía a chuparle la polla. Si el primer orgasmo fué bueno el segundo prometía ser mejor. Aunque empezaron a entrarle dudas sobre si sería capaz de volver a correrse tan pronto mientra ella no paraba de repetir “dame tu leche, quiero tu leche” entre gemidos de placer que él tardó poco en empezar a emitir, ahogándolos en los labios vaginales que introducía en su boca mientras con la punta de su lengua reubicaba el clítoris y lo lamía cada vez a mayor velocidad. Al final solo podía chupar sus labios vaginales y centrarse en el incipiente orgasmo que subía desde sus huevos hasta su polla. No pudo asegurar si se corrieron a la vez o no, pero, una de dos, o ella era una perfecta actriz fingiendo orgasmos o esos espasmos de la cadera eran de verdad fruto del placer que había logrado proporcionarle.
En los cinco minutos que faltaban y, tras rechazar la oferta de quedarse un rato mas, se lavó y secó la polla y se fumó otro cigarrillo, solo, pues a ella no le apetecía en ese momento. Una vez vestidos, salieron de la habitación dejando la puerta abierta para que la mujer encargada de ello la limpiara un poco y la dejara lista para la siguiente pareja. Al pié de las escaleras se despidieron con un beso en las mejillas y el deseo de ella de volver a verlo por allí.Eso se lo dirás a todos, exprimebolsillos ajenos -pensó Alberto.

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